Leica IIIf (1951)
 

Oskar BarnacK, el padre de las Leica, estaba experimentando a comienzos del siglo XX la forma de lograr tomas múltiples de 15 o 20 fotografías miniatura en una sola placa de 13x18 cms. Barnak no estaba bien de salud y el hecho de salir a realizar fotografías con una pesada cámara de placas de 13x18, con el repuesto completo de chasis y placas, le costaba bastante trabajo. Sin embargo todas los intentos acabaron fracasando; los pequeños negativos resultaban demasiado granulosos y carecían de la necesaria nitidez.


Barnack abordó entonces el tema desde el punto de vista de la cinematografía. La película de cine poseía el grano mucho más fino que las placas ordinarias y las ampliaciones de aquellos negativos de 18x24 mm resultaban del todo satisfactorias.

El grado de ampliación quedaba aún limitado, por lo que Barnack duplicó la altura del negativo -la anchura quedaba supeditada a la anchura de la película cinematográfica- para producir un formato de 24x36 mm. Con este fin construyó una cámara que admitiese película de cine perforada de 35 mm: esta fue la Leica original de 1912.


En su diseño básico, esta cámara (que por entonces carecía de nombre) se asemeja en gran manera a nuestra protagonista. Constaba ya de un objetivo enfocable, mecanismo de arrastre de la película y armado del obturador combinados, y el cuerpo de la cámara tenía la misma forma que esta que ahora nos ocupa. Poseía también un obturador de plano focal, aunque funcionaba a base de una rendija de anchura constante de 4 cm con resorte de tensión graduable.

Barnack perfeccionó la Leica primitiva una vez finalizada la Primera Guerra Mundial. Construyó el obturador de plano focal de abertura variable, el visor y los chasis para carga a la luz del día, al mismo tiempo que Max Berek diseñaba un objetivo estándar, el precursor del “Elmar”

La longitud focal de 5 cms fue considerada como la ideal, tanto por consideraciones teóricas de resolución como por el aspecto práctico de perspectiva óptica. Para mantener su fábrica en marcha durante las convulsiones económicas de los años 1920-1930, Ernst Leitz decidió lanzar al mercado una nueva cámara fotográfica. El proyecto de Oskar Barnack fue rescatado y puesto en producción para aparecer en 1925.


El nombre mismo de la cámara fue una contracción de LEitz - CAmera; su expresión inicial “LECA” se cambió más tarde por el de “LEICA” de mejor sonoridad.


La Leica de 1925 poseía las características de la Leica modelo If, con la excepción de los objetivos intercambiables y de la sincronización del flash. Un modelo análogo con obturador Compur, apareció por aquellos mismos años. La Leica I de 1930 poseía objetivo intercambiable y, después de 1933, montura estándar para el objetivo. En 1932 apareció la Leica II con telémetro acoplado, seguida un año más tarde por los modelos III y IIIa, dotados de velocidades lentas y una velocidad tope de 1/1000. Por entonces se produjo un modelo especial de 250 exposiciones.

Otros perfeccionamientos se incluyeron en la Leica IIb, que apareció en 1938.


Durante la Segunda Guerra Mundial, se modificaron ligeramente los modelos Leica, produciéndose el IIIc (1939), IIc (1948) y Ic (1949). Las versiones siguientes ya poseen sincronización acoplada para el flash: IIIf (1950), IIf (1951) y If (1952).


Nuestra protagonista es una Leica IIIf de 1951. Está en perfecto estado de funcionamiento y conservación. Es una cámara que habitualmente llevo conmigo en el bolsillo del abrigo -me ha causado bastantes problemas en los controles de seguridad-. Siempre cargada con película Kodak Tri-X 400 es como una extensión de mi ojo pues su uso se ha convertido en algo puramente instintivo. El telémetro está muy bien y no da problemas a la hora de enfocar. Estas últimas cuatro fotos están hechas con la cámara. Tres corresponden a la nevada en Madrid el pasado año y otra está tomada en una corredoira de Pontevedra.

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